A principios del mes de Agosto y durante mi período vacacional, alejado del día a día en la información vitivinícola peninsular, eventos y catas, tuve la oportunidad de hacer una de las vendimias más tempranas del hemisferio norte. Efectivamente no estaba en la península, me situaba en el sur de Gran Canaria, concretamente en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, situado en el sur de la isla.
Por casualidad me enteré de que se celebraba un evento y dado que desconocía la producción local, no así de las islas vecinas de Tenerife y Lanzarote, me aventuré a contactar con la bodega con la finalidad de informarme y participar en la misma.
Contacté con Eva que era una de las organizadoras y no tuve problema en participar de la vendimia y de paso conocer unas de las Bodegas de la isla, en este caso la SAT Las Tirajanas, en la cual unos 16 socios aportan las uvas desde diferentes parcelas de la isla que llegan a la bodega donde el equipo capitaneado por su enólogo Uwe y dirigidos por Ana Nanclares, se elaboran hasta 8 tipos de vino diferentes, siendo las variedades blancas las que más vinos acaparan.
Las variedades que esta SAT maneja son diversas, así Marmajuelo, Verdello, Verijadiego, Malvasía volcánica, Albillo y Listán Blanca provienen de la zona sur de la isla, parcelas que comparten paisajes, situadas en los barrancos entre la Caldera de Tirajana y Fataga, con otros cultivos como olivos, albaricoques y palmeras con suelos basálticos, difíciles de trabajar, con mucha dureza y donde los vinos tienen marcadas y diferentes caractrísticas que los hace únicos. La zona de medianías, más hacia el centro y norte de la isla, la variedades tintas como Listán Negro (mayormente), Vijariego negro, Castellana, Baboso negro y Tintilla cultivadas en suelos de picón o lapilis volcánicos muy sueltos, a veces con fondos de suelos arcillosos que retienen el agua y aportan los nutrientes necesarios.
La experiencia de vendimiar en la finca de San Bartolomé de Tirajana es única, primero por los paisajes tan diferentes a los que uno puede encontrar en las llanuras de la península o del vecino país Francia, los tipos de suelo, la ubicación de las fincas y sobre todo la pertinaz sequía que sufren desde hace un lustro en el sur de la isla.
La gerente de la bodega Ana Nanclares fué mi anfitriona, me fué explicando las ubicaciones, los tipos de suelo, las variedades, como se organizaba la vendimia en los distintos puntos de la isla, recorrí con ella los escasos kilómetros entre la bodega y la finca por estrechos y pedregosos caminos, en la propia Caldera de Tirajana, con espectaculares barrancos, suelos desérticos, hasta llegar a las fincas con las parcelas de uva. Parcelas con variedades blancas como la Marmajuelo (que fue la que vendimiamos), Verdello y Malvasía volcánica, la vendimia ya estaba en marcha, ya que se empieza a las 3 de la mañana, de noche, vendimia manual, en cajas de 15 kilos que luego se transportan a la bodega.
El grupo de vendimiadores por un día que nos juntamos allí provenían de diferentes zonas de la isla y tras una breve explicación de Felipe, el encargado de la finca, hicimos una rápida vendimia con el fin de que el sol no nos hiciera mella, pues el calor también impide que la uva llegue lo más fresca posible a la bodega.
Tras recoger unos 400 kilos, aproximadamente, nos deleitaron con un almuerzo típico de productos de la isla como el pan de puño, queso artesano, frutos secos y aceite de la zona, todo ello regado con el único vino de la cosecha pasada que (fue de un 20% de la cantidad habitual) en este caso era el Vino Dulce Blanco.
Posteriormente nos trasladamos a la bodega donde se descargó la uva a una mesa de selección, es uno de los controles de calidad fundamental para elaborar los vinos en las mejores condiciones, así se selecciona solo aquellos racimos sanos y limpios de enfermedades o granos rotos, que luego pasarán al depósito, previo despalillado, para reposar a temperatura baja para poder hacer así una criomaceración y extraer mayor potencial aromático, cuando el enólogo lo considera se prensa y pasa ya directamente a los depósitos de fermentación controlada, donde terminará el proceso y se obtendrá el vino de la variedad que se haya vendimiado.
La bodega es bastante grande, tiene muchos depósitos pequeños para que las diferentes variedades fermenten por separado y ya posteriormente hacer los ensamblajes de las diferentes variedades o el paso a barrica de los que formen parte de dicha crianza. También diponen de su sala de embotellado y almacén de producto terminado. La capacidad actualmente de producción es de unas 90.000 botellas, siendo una de las bodegas más grandes de la isla.
Tras realizar los trabajos de entrada de la uva en bodega y selección tocaba catar otros vinos de la bodega, así que aparte del dulce que ya habíamos conocido, catamos un rosado de Listan Negro, variedad que en algunas zonas de la isla no llega a producir una piel oscura, pero que para este rosado es ideal, es fresco y con una buena nariz así como de una agradable gustosidad.
El tinto barrica también es un vino muy diferente, la carnosidad y la elegancia de la barrica, hacen que este coupage de uvas integre la frescura y la fruta con notas especiadas, un buen remate para degustar algunos de los productos gourmet de la zona como son sus quesos, el pan artesano con el aceite de oliva y unas aceitunas con un mojo que las hacen muy gustosas.
Por supuesto, y ya que el blanco seco no está disponible, terminamos con una copa del Dulce que ya habíamos catado durante el desayuno.
Una experiencia muy diferente de la que me tienen acostumbrados en otras bodegas del continente, ya que, no solo los paisajes y las variedades son totalmente diferentes, sino que los propios vinos tienen caractrísticas únicas asociadas a un territorio de ultramar de origen volcánico y que incluso es muy diferente de las islas vecinas. Espero poder disfrutar de los vinos de la nueva cosecha en breve, sobre todo los blancos, me encantaría conocer esa mineralidad, salinidad y la envolvente fruta que de estas variedades se puedan obtener.