En la comarca de la Terra Alta y en concreto en el municipio de Batea, encontramos una de las bodegas que ha comprendido la esencia de la tierra que alimenta sus viñedos para producir vinos diferentes y transmisores de la cultura del vino de sus ancestros.
Se trata del Celler Piñol, una bodega familiar que, ya en su cuarta generación, elabora vinos de calidad y con proyección de futuro utilizando los mejores frutos de sus viñedos. Potenciando sus variedades como la Garnacha negra, la Cariñeña, la Garnacha blanca y su variedad recuperada, la Morenillo, elabora vinos excepcionales respetando la tradición vitivinícola que han heredado de la familia.
Sus inicios artesanales allá por 1940 sirvieron para que en 1995, incorporando la más moderna tecnología vitivinícola, empezaran a embotellar sus primeras elaboraciones de calidad excepcional, así pues gran parte de sus vinos gozan de un prestigio internacional y son reconocidos en concursos con puntuaciones elevadas, todo ello sin perder el carácter mediterráneo del clima que impregna sus vinos, con una agricultura respetuosa con el medio ambiente y expresando al máximo la aportación que tiene el 'terroir' en la comarca de Terra Alta.
La actual bodega se asienta sobre la que sus ancestros empezaron a elaborar los primeros vinos, tras una selección en el campo, la uva en perfecto estado sanitario y maduración entra en ella y con modernas técnicas enológicas que respetan la esencia de la misma pasan a traducirse en vinos con carácter y personalidad própia.
Juanjo Galcerán, responsable de la bodega, nos acompañó en una visita por las instalaciones donde pudimos conocer de primera mano todo el proceso de elaboración y crianza de sus vinos. Estuvimos degustando vinos que conformarán las producciones futuras, así pues catamos el primer rosado de Syrah que la bodega elabora y que es una apuesta novedosa en su catálogo de vinos.
La garnacha blanca, típica de la zona y con unas propiedades perfectas para elaborar crianzas, tiene un potencial extraordinario, siendo muy untuosa y con cuerpo en la copa, perfecta para conocer un vino como L'Avi Arrufi Garnacha Blanca, con matices muy elegantes, conservando el alma de esta variedad blanca y acompañada de sutiles aromas a vainilla y toque ahumados.
Si desde luego cabe destacar una variedad recuperada, qué mejor que la Morenillo, denostada por su bajo rendimiento y poco productiva, Celler Piñol la ha recuperado para ser 'coupage' del vino Mather Teresina, junto a la Garnacha negra y la recia Cariñena, un vino potente con notas minerales, de frutos muy maduros y muy balsámico, bastante redondo y con un final largo y persistente.
Finca Morenillo es la expresión de esta variedad, un monovarietal que pudimos catar en depósito como vino jóven y luego en barrica de la añada anterior. Se presenta muy frutal, recuerda a hojarasca seca, hojas de tabaco rubio, en su crianza también destaca aromas balsámicos, raíces y la elegancia de los tostados de la misma.
También se elabora un vino dulce de garnachas, un blanco y un tinto, este último es un dulce natural de uvas pasificadas que pasa 12 meses en barrica para aportarle aromas torrefactos y que junto a los recuerdos de uva pasificada le confiere un gusto amargo-dulce muy especial, el vino se llama como la dueña de la bodega Josefina Piñol, mujer emprendedora que apostó por su bodega y sus vinos para llevarlos a lo más alto del panorama vitivinícola mundial.
Celler Piñol también tiene su oferta enoturística como complemento a su negocio, así pues se puede disfrutar de una estancia en los apartamentos Piñol con todas las comodidades en un entorno natural para realizar excursiones y visitas a la comarca, disfrutar de sus vinos, su paisaje, su gastronomía y sus gentes.
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