Hablar de Syrah o Shiraz sea remontarse a las colinas del Ródano francés (Côtes-du-Rhône), de los famosos vinos Hermitage, Châteauneuf-du-pape, Lirac... famosos por sus elaboraciones de vinos, principalmente con Garnacha tinta y también de Syrah y Monastrell. También es fácil asociar la Shiraz (denominación nacida en nuestras antípodas) a vinos australianos. Desde luego que en nuestro país, sobre todo en viñedos de zonas cálidas cercanas al mediterráneo, es una variedad que se ha empezado a plantar desde hace dos décadas y que ya está produciendo vinos con un carácter diferente.
La uva Syrah es un cruce de dos variedades, Dureza y Mondeuse Blanche, según los estudios de su ADN, fundamentalmente se cree que nació en la zona sueste de Francia, concretamente en el valle del Ródano, frontera con los Alpes suizos e italianos.
Muchas leyendas se han creado sobre el nombre de Syrah o Shiraz, la más extendida es que proviene de la ciudad Iraní de Shiraz (antigua Persia) y que las Cruzadas la trajeron hacia el continente europeo, también se ha asociado con la antigua ciudad de Siracusa en la isla de Sicilia e incluso que proviene de Siria, el caso es que ningún estudio ha probado estas procedencias.
Se cree que la palabra Syrah proviene de la palabra sierra, por aquello de que se encontraba en zonas montañosas de la zona francesa del Ródano. Lo que si que está claro es que está bien aclimatada a la altura y que es una cepa resistente y se adapta perfectamente a las condiciones del terreno, es sensible a los vientos fríos y fuertes de la primavera, por lo demás se adapta bastante bien a climas cálidos y a la altura.
El topónimo de Shiraz es oriundo de Australia, donde la planta se a adaptado muy bien, y la palabra viene de una adaptación fonética del inglés sobre el original nombre Syrah en francés. También se la llama Syrac o Hermitage (apelación de donde provienen los más famosos vinos de esta variedad).
En nuestro país las bodegas de Enrique Mendoza y el Marqués de Griñon fueron las primeras en plantar esta variedad utilizando patrones de viejas cepas de Monastrell, se adaptó muy bien y durante la primera década del 2000 se extendió bastante por La Mancha, Cataluña y la Comunidad Valenciana.
Nuestro grupo de cata internacional quiso comprobar como se adaptó la Syrah a la zona mediterránea y elegimos 5 vinos de esta variedad para comprobar que características sensoriales nos transmitía, en distinto tipo de elaboración.
Así que escogimos unos vinos asequibles de esta variedad de la Comunidad Valenciana, jóven, madurado en barrica, con media crianza y un vino de cepas cultivadas en altura (1000 metros) con una larga crianza. Los resultados fueron muy diferentes y los matices que encontramos no diferían de los que encontramos en diferentes notas de cata de vinos franceses y australianos. Quizá nuestro clima más cálido hagan que los vinos tengan una mayor graduación alcohólica (todos estaban por encima de los 13% Alcohol), pero los aromas de fruta negra tipo mora o roja como el arándano, los florales como la violeta, especiados como la pimienta negra y la regaliz aparecieron en todos ellos.
Quizá echamos en falta algo de trufa o algún mentolado, pero en general todos ellos tenían una capa bastante alta y una lágrima coloreada que les otorgaba potencia y estructura, muy grasos en boca, buena acidez y bien equilibrados.
Los más jóvenes eran M Murviedro e Icono, de 2012, los dos D.O. Valencia, el primero sin barrica y el segundo con un toque de madera no nueva, colores muy distintos, mientras que M de Murviedro tenía un color más violáceo, Icono era mucho más rojo oscuro, en nariz diferían bastante, notas florales y de fruta negra fresca en el primero, el segundo tenía más aromas a torrefactos, frutas negras más maduras, regaliz muy marcada y pimienta negra.
Los dos restantes eran muy diferentes, Esperit 2008 y Toscar 2009, uno del interior de Castellón y el otro del interior de la provincia de Alicante (Monóvar). El castellonense era rojo oscuro de capa muy alta, lagrima densa, potente, muy maduro, balsámico, con notas de pimienta negra muy marcadas y tanino algo marcado. Toscar 2009 estaba mucho más evolucionado, con un ribete color teja y de capa media, más licoroso, con aromas a fruta roja muy madura, se notaba mucho más las notas de la madera y sobre todo la regaliz.
El último que catamos es un vino de las estribaciones de la Sierra Nevada, en su parte almeriense, proveniente de cepas que están a 1000 metros de altitud, con suelos pizarrosos y que los frutos maduran en condiciones de altitud elevada, produciendo un vino muy concentrado de color. Se trata del Cristina Calvache Syrah 2007, vino que tras los 18 meses en roble francés Allier, se afina 20 meses más en botella. Su color es rojo cereza oscuro, de capa muy alta, tinta las lágrimas densas en la copa, sus aromas son muy maduros, encontrando frambuesas, arándanos rojos y cerezas, notas de violetas, pimienta negra, hojas de tabaco, regaliz, notas tostadas y bastante mineral. En boca tiene buena acidez y un tanino discreto y bien afinado, quizá sea un vino de los que más destaque de todos los que catamos.
La principal característica de todos ellos fue encontrar un vino equilibrado, listos para tomar, maduros, sin astringencias ni acideces extremas, propios de vinos mediterráneos que han conformado un estilo a la uva Syrah diferente y que hemos disfrutado con bastante acierto.
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