El fin de semana pasado, en un intento de disfrutar de las tierras de los Duelos y Quebrantos, buenos vinos, molinos de viento y espectaculares paisajes, viajamos al corazón de La Mancha, geográfica y enológicamente hablando. Un viaje truncado por una breve indisposición que nos hizo medio disfrutar de esta zona de España, donde, quizá, se encuentre la mayor extensión de viñedos del mundo.
Nuestro cuartel general fue Alcázar de San Juan, municipio de la provincia de Ciudad Real y sede del Consejo Regulador D.O. La Mancha, además del que fuera el enlace ferroviario más importante de la península ibérica del siglo XX.
Acostumbrados a visitar pequeñas bodegas, La Mancha, gracias al cooperativismo, dispone de las bodegas más grandes de Europa, poblaciones como Villarrobledo, Valdepeñas, Tomelloso, la propia Alcázar de San Juan, elaboran millones de litros de la vasta extensión de cultivos vitícolas que las rodea, dicen que alcanzando el millón de hectáreas cultivadas.
Noostros pudimos visitar una pequeña bodega en el mismo municipio, Bodega La Tercia, una bodega que era propiedad de un ferroviario afincado en el municipio, fundada en 1920, y que era una de las 57 bodegas privadas que existían como tales dentro del casco de la ciudad. Una bodega que empezó ya a usar tecnología y que a finales de los años 90 se refunda por los actuales propietarios, que pretenden elaborar vinos de producción ecológica, partiendo de las más de 40 hectáreas de viñedo propio y conservando las viñas viejas de escasa producción en pro de buscar la calidad.
La bodega practica la agricultura ecológica y técnicas de sus ancestros para obtener la mejor calidad de uva y poder elaborar los vinos con el mismo carácter que hace más de 50 años, el fruto de estas viejas viñas, algunas de ellas pre-filoxéricas, es tratado con mimo y esmero para ser introducido en esta bodega y conseguir vinos lo más naturales posibles. La bodega dispone actualmente de modernos tanques de acero inoxidable y maquinaria vitícola de última generación, esto ha hecho que se traslade a instalaciones modernas en unpolígono industrial, pero en la bodega vieja, se han elaborado los vinos que catamos posteriormente en tinajas de 7500 litros, de hormigón armado, que en su día sustituyeron a los grandes recipientes de terracota.
En esta bodega aún se encuentra la sala de barricas. La bodega elabora vinos con las variedades Airén y Tempranillo (Cencibel), autóctonas de la zona y que catamos a través de sus vinos Yemanueva. Los blancos de airén pre-filoxéricos 2011 y 2009 que catamos, erán bastante diferentes, en el primero buscando la fruta, encontramos un color más dorado y mucha más acidez, y el segundo un vino menos afrutado pero con más boca y un postgusto mucho más acentuado, vinos que buscan la esencia del terruño y mostrar que esta variedad blanca nada tiene que envidiar a las foráneas que cada vez se plantan en sustitución de estas.
Los tintos de Tempranillo, el primero un vino joven de 2010 y el segundo de 2006, con crianza en roble americano nuevo entre 4 a 5 meses, nos muestran unos vinos muy vivos, con bastante glicerina, nítidos, de capa muy alta, destacando el primero los aromas a frutillos rojos y el segundo a compotas de esa fruta roja, por supuesto más complejo y acompañado con cueros, hojas de tabaco, vainilla. El primero se disfruta perfectamente como un vino de chateo, de postgusto corto pero a la vez perdurando algunos recuerdos a panes de mantequilla, propios de vinos jóvenes, el segundo es para acompañar un buen guiso o una buena carne, donde los taninos heredados de las barricas de roble americano nuevas, junto a un vino con mayor tiempo de maceración, nos parece que limpian con demasiado ímpetu la boca, el postgusto es bastante largo y rememora esa madurez del fruto cuando se recolectó.
Una visita de las más amenas que recuerdo, más que por ella misma o por la cata, por las excelentes explicaciones y atención de los hermanos Sánchez-Mateos Campo, que supieron contarnos su proyecto de una manera lo más llana y normal para los no entendidos y también para los que conocemos algo de este mundillo.
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