Es difícil relatar lo que uno retiene en sus sentidos después de un viaje por una de las zonas con mayor riqueza paisajística como es la zona de las Rias Baixas en Galicia. Sin nada que envidiar a otras zonas de España, recorrer las rías gallegas es un acierto para el viajante, si además le acompaña un fabuloso tiempo como el que he tenido, conocer como estos accidentes geográficos conforman un paisaje sin parangón, teniendo mar y montaña a un tiro de piedra, buena comunicación y además un sinfin de lugares donde disfrutar.
La verdad es que el viaje me lo planteé como una excursión a tierras vinícolas dominadas por el albariño, y ha resultado ser algo mucho más que eso. Paisajes bellos dominados por esas rías que esconden fotos de postal, gastronomía variada, vinos con carácter atlántico y llenos de matices y buena oferta de servicios.
El tiempo anticiclónico que arrastramos estos meses de inicio del otoño nos ha llevado a disfrutar de playas paradisiacas, arenas blancas y tranquilas y cristalinas aguas. Empezamos el recorrido en Sanxenxo, una localidad turística a pocos kilómetros de Pontevedra, en el interior de la ría de Pontevedra con unas espectaculares vistas al atlántico, pasamos por la isla de La Toja, lugar de aguas minerales por antonomasía de sobra conocido en España, para terminar comiendo los fabulosos frutos del mar en la feria del Marisco de O Grove regados con vinos jóvenes y afrutados gallegos como el Ribeiro.
Una jornada que permanece en mi retina como preludio a los días siguientes donde encontramos más sorpresas como las mareas de la ría de Arousa, que pudimos comprobar en nuestra llegada a Cambados, capital del albariño. Allí el mar baja tanto que un ejército de mujeres van de camino a la extensión que dejan las aguas en bajamar para recoger los frutos del mar como las zamburiñas, las almejas, caracoles y otras delicias que luego se pueden degustar en la mayoría de establecimientos que conforman la ribera del puerto en la ciudad.
También encontramos una de las 'adegas' más antiguas de la zona en elaborar albariños, el Pazo de Fefiñanes, un palacio de impresionante obra arquitectónica, donde en su interior reside la bodega, un huerto y casa palaciega que está en pleno centro de Cambados, en ella encontramos un edificio singular y unos vinos bastante especiales, fuera de aquellos albariños más comerciales, vinos jóvenes, fermentados en barrica y vinos de tercer año que reposan en sus lías para ser disfrutados con intensidad, todos ellos de uva blanca albariño.
Ni que decir tiene tapear por la zona, probar el pulpo 'a feira', las navajas, las carnes como el cabrito al albariño y terminar con un postre de 'queixo' de tetilla con membrillo. Un espectacular almuerzo para después disfrutar de un baño de sol y mar en las 'praias do carreirón', con arenas blancas y aguas cristalinas repletas de conchas y caracoles, en la Illa de Arousa.
Seguiré haciendo está crónica para que disfrutéis de las maravillas de una zona de la provincia de Pontevedra de la que es necesario tomarse una quincena de días para poder disfrutar al máximo de lo que da de sí.
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