El vino que abrimos el dia de Navidad es uno de los que tanto se ha hablado, en guías gourmet, listas de vinos, amigos, ... pero compartido en una de las comidas más importantes del año y además con el maridaje adecuado, nos sorprendió bastante a paladares tan diferentes.
Este vino procedente del interior oeste de la provincia de Valencia, destaca ya en su presentación, su botella tiene una etiqueta austera pero a su vez sugerente. La botella de tamaño bordelés de color casi negro y una etiqueta blanca en la que apreciamos un racimo de uva que está troquelado en la misma, el producto sugiere que estamos ante un vino distinto o al menos diferente en su presentación.
Maduresa es un vino que se elabora en la bodega El Celler del Roure, cuyo autor es Pablo Calatayud, el vino es un varietal que conjuga uvas autóctonas como la Monastrell y la recuperada Mandó y otras como Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Petit Verdot, todas ellas cultivadas a los pies de la Serra Grossa junto a uno de los monumentos arqueológicos más importante de la civilización ibérica: Les Alcusses.
Volviendo al vino deciros que lo abrimos 20 minutos antes de servirlo, a una temperatura entre 14º y 16º C, el dilema era servirlo en copas de boca ancha o no, bordelesa o borgoñona, al final nos decantamos por una de boca ancha ya que asumimos que el vino necesitaría una mayor oxigenación, aunque perderíamos un poco de nariz a lo largo de la comida.
Este vino procedente del interior oeste de la provincia de Valencia, destaca ya en su presentación, su botella tiene una etiqueta austera pero a su vez sugerente. La botella de tamaño bordelés de color casi negro y una etiqueta blanca en la que apreciamos un racimo de uva que está troquelado en la misma, el producto sugiere que estamos ante un vino distinto o al menos diferente en su presentación.
Maduresa es un vino que se elabora en la bodega El Celler del Roure, cuyo autor es Pablo Calatayud, el vino es un varietal que conjuga uvas autóctonas como la Monastrell y la recuperada Mandó y otras como Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Petit Verdot, todas ellas cultivadas a los pies de la Serra Grossa junto a uno de los monumentos arqueológicos más importante de la civilización ibérica: Les Alcusses.
Volviendo al vino deciros que lo abrimos 20 minutos antes de servirlo, a una temperatura entre 14º y 16º C, el dilema era servirlo en copas de boca ancha o no, bordelesa o borgoñona, al final nos decantamos por una de boca ancha ya que asumimos que el vino necesitaría una mayor oxigenación, aunque perderíamos un poco de nariz a lo largo de la comida.
El vino se presentó con un color rojo picota profundo y con los ribetes anaranjados, fruto de una larga crianza, de capa alta, brillante y glicérico. En nariz fue todo un espectáculo el encontrar esos aromas a frutas negras, como la ciruela, los higos, incluso arándanos y moras pero muy maduras, agitándo la copa se acentuaban éstos a la vez que salían aromas secundarios y terciarios como torrefactos, pimienta negra, grafito y especias muy diferentes.
Una vez en boca se mostró muy sedoso y suave, envolvía todo el paladar, una cremosidad especial que invitaba a seguir degustando este vino, el tanino estaba en su punto, hacía su función de limpiar boca tras el suculento 'putxero amb pilota' que estábamos comiendo y a su vez dejaba la boca suave y la lengua cremosa.
Al expulsar el aire por la nariz, tras deglutirlo, aún se hacían más presentes las frutas maduras y los recuerdos especiados del vino en cuestión. En fin un vino de los de buena calidad y buen precio, un vino cálido, muy mediterráneo y perfecto para las mesas de cuchara y mantel que solemos preparar en estas fechas navideñas y perfecta para los fríos que nos están acompañando en este mes de Diciembre de 2010.
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