Estamos a mitad del mesde abril y ayer nos sorprendió una nevada de camino a Teruel, íbamos a pasar el día de Sábado Santo a la província aragonesa con la idea de acercarnos a alguna estación de esquí para ver si aún quedaba algo de nieve y comer algún típico de la zona.
La verdad es que nada más pasar el pueblo de Barracas, último de la província de Castellón antes de pasar a la província de Teruel, el agua de lluvia se iba convirtiendo en unos finos copos de nieve que no llegaban a cuajar, pero cuanto más nos acercábamos hacia Teruel, más intensos eran y los bordes de la carretera se teñían de blanco.
A la altura de la salida 92 de la autovía Mudéjar, A-23, ya era el manto blanco mucho más intenso y decidimos dar la vuelta y parar el algún pueblo cercano pero más lejos de la espectacular nevada. La estampa era totalmente invernal, la carretera empezaba a ser peligrosa, es más un par de sustos nos dió el coche en plena autovía, con lo que pusimos dirección a Valencia y al final nos quedamos en Mora de Rubielos a comer y ver pasar la nevada.
La ciudad de Mora de Rubielos es la capital comercial para todos aquellos que van a la estación de esquí de Valdelinares, con lo que sabíamos que ibamos a encontrar gente, por lo que no nos lo pensamos y nos metimos en un bar a comer un plato de jamón de Teruel y embutidos típicos y un buen vaso de vino tinto para paliar el frío. Posteriormente fuimos a tomar café a un emblemático hotel, la Trufa Negra para terminar con un paseo por la ciudad que terminó con una tarde más despejada, aunque fría y que la deleitamos con unos rollitos típicos de mantecao y caramelo y una tradicional mona de pascua, que mi hijo devoró con bastante placer y devoción.
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