Mi abuelo decía esta expresión cuando comiendo arroz o lentejas le salía una piedrecita. Lo decía porque el aceite de oliva estaba tan refinado que, irónicamente, era de donde menos se podía esperar una piedrecita. En el arroz y otras legumbres, sea por el transporte, por la selección manual o el almacenamiento en sacos que habían contenido otras cosas siempre aparecía algun rompedientes, como piedrecitas y que decir de bichitos.
El caso es que el aceite de oliva virgen es también como el vino o el queso, un alimento mediterráneo tan antiguo como nuestra civilización occidental. Los aceites son imprescindibles en la dieta mediterránea y como no existen variedades de todo tipo, dependiendo del tipo de oliva.
El caso es que el otro día decidí probar el preciado oro líquido en sus distintas variedades con el fin de conocer los gustos y sabores del aceite en crudo y quedé bastante sorprendido por los aromas que he sido capaz de recordar.
En primer lugar probé un aceite del alto aragón de variedad Arbequina de un trujal (almazara) de Viana en Navarra, este es el de Hacienda Ortigosa, me sorprendió el regusto a frutas y hierbas (albaricoque, melocoton y menta suave), su poca acidez y sabor dulce, la verdad un aceite que casa con ensaladas de frutas y verduras.
Más tarde probé un Borges Reserva de la familia, un aceite disponible en superficies comerciales y también de aceitunas Arbequinas, que me sorprendió por el brillo que desprendía y su sabor afrutado y dulzón. Me gustó al mezclarlo con queso fresco sin sal, pues le dió un cuerpo a este queso (bastante insípido) que lo transformó en un exquisito paladar.
También tenía una anforita de Oleo Cazorla, este aceite de variedad Picual, es mucho más verde, más denso , menos afrutado pero con un aroma y perfume intenso, es desde luego un poco más amargo en paladar e ideal para tomarlo con una tostada de pan o aliñar una ensalada de hojas de roble o canónigos con nueces.
Otro aceite, muy parecido al de Navarra que probé, fuen L'Estornell, un aceite de variedad Arbequina, del interior de Cataluña (Lleida), que tenía un caracter muy suave, muy afrutado y con una suavidad que apenas notabas que era aceite. La verdad es que lo venden como un aceite gourmet, pero no tiene para tanto, aunque la producción es totalmente ecológica.
El 'summum' fue un aceite de la tierra, del interior de la provincia de Alicante (Alcoy), este es Masía del Altet, con diferencia el mejor aceite que he probado, un color verde no muy intenso, una acidez mínima, un sabor a frutas como el kiwi, un regusto a tomillo y romero y de variedades como Arbequina, Picual, blaqueta y genovesa, todo un gourmet en el mundo del aceite, le va a todo, ensaladas, aliños de fruta, queso fresco y tierno. Un aceite, que pese a su precio, es el que más he disfrutado.
La cata la hice junto a mi hijo de 5 años, y aunque es muy pequeño para distiguir sabores, él me señaló el aceite que más le había gustado, y eso que los puse en unos platitos pequeños para que no infuyera el diseño de la botella y acertó con este último de L'Altet.
Pretendo probar más aceites así que tranquilos que habrán más opiniones.
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