Los que vivimos y trabajamos en grandes ciudades hemos visto como el ritmo de vida, el estrés, la multiculturalidad y la pérdida de tradiciones se han cargado un estilo de vida como el mediterráneo.
Nos desplazamos con prisas, intentamos cuidar nuestras vidas de modo independiente, nos procupamos por llegar a casa lo antes posible y hemos perdido el sentido de la tertulia, de las quedadas al amparo de una cervezita despues de trabajar, del 'esmorçarot' (almuerzo típico entre las 10 y las 11 de la mañana), de compartir una botellita de vino en una comida, sin tener prisa por volver al trabajo. Y es que nuestras vidas han cambiado.
El otro día coincidí con mi amigo Andrés y mi mujer en un conocido sitio en L'Eliana (Valencia) y fuímos a comer de menú, ahora bien decidimos compartir una botellita de Rioja Alta, La Emperatriz, botellita que voló literalmente, mientras hablabamos de cualquier cosa y comíamos un rico menú basado en arroz con verduras y unas pechuguitas a la plancha con queso 'rochefort'.
La cosa no acabó ahí, pues decidimos prolongar la sobremesa con sendos güisquis de malta Macallan, con un hielito para abrir mejor sus aromas, hasta que nos decidimos marcharnos a nuestras casas para seguir la tarde del viernes.
Estas cosas son las que a mí me producen satisfacción y me alargan el fin de semana, ya que si no lo disfrutas de essa manera parece como si el fin de semana fuese la continuación del resto de días laborables.
Seguiremos opinando sobre este tema...
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